Les nostres recomanacions i propostes

Resulta difícil, paradójico y hasta cómico pensar en la vértebra de un ensayo que propiamente se constituye con lo que Deleuze y Guattari definieron como un CsO. Para nuestros futuros lectores, creo que lo más fácil sería indicarles que se acercan a una práctica que compromete a los cuerpos: el cuerpo orgánico de las criaturas que habitan el espacio y el cuerpo sonoro que lo puebla. Ana Gorostizu consigue de manera muy concentrada aunar análisis, conocimiento y vivencia en el que será uno de los ensayos más importantes sobre la música electrónica en los próximos años. Ciertamente, un clamor recorre Europa, lo nuevo que aporta el ejercicio hauntológico de Gorostizu es la forma en la que el cuerpo goza y reacciona en una nueva comunidad del sonido por venir. De este modo, El arte sin órganos se constituye como una práctica colectiva; frente a la triste hauntología del archivo, el gozo de la memoria colectiva y de nuevas ontologías posibles reaccionando a mil y un sonidos. Gorostizu no solo ha descrito el recorrido de una flâneuse, con su obra nos invita a crear nuevas cartografías a través de la experimentación sonora. Una mística del techno es aún posible.