Los días del Cáucaso


Los días del Cáucaso

Banine recuerda las aguas del mar Caspio, su lujosa mansión en Bakú, las espléndidas fiestas, las frutas, los dulces; a su institutriz
alemana de rubísima melena, a su imperiosa y estricta abuela musulmana, a sus tan adinerados como nada respetables parientes que, discutiendo y fumando sin tregua, se jugaban a los naipes la
inmensa fortuna que el petróleo les había hecho amasar.
Banine recuerda cómo entonces llegaron los bolcheviques, y de pronto lo perdieron todo; cómo en el torbellino de la revolución y el derramamiento de sangre se enamoró apasionadamente de un hombre, pero solo para ser obligada a casarse con otro al que detestaba; hasta que llegó la oportunidad de escapar, a Estambul primero, a París más adelante.