¿Qué tienen en común la
Cena de Emaús de Caravaggio y los
Caquis de Mugi Fuchang? De forma intuitiva, es probable que nos esforzáramos por encontrar similitudes formales o iconográficas, pero, ¿qué pasaría si nos detuviéramos en otras cuestiones mucho más elementales? En palabras de
Hockney -y que nos recuerdan un poco a Berger- “
toda imagen es el relato de una mirada sobre algo”. Tomando esta consideración como punto de partida, Hockney y Gayford plantean una historia de las imágenes que huye de las limitaciones cronológicas y temáticas –pasamos de Giotto a Eisenstein, o de Velázquez a Fritz Lang-, que trata de establecer puentes entre las distintas épocas y disciplinas artísticas, y que se desarrolla como una conversación entre dos amigos cercanos, dejando entrever sus consideraciones estéticas, oscilando entre lo culto y lo popular. Esta historia de las imágenes se preocupa por acercar al lector no tanto a los artistas sino a la mirada de estos. A la mirada y a sus preocupaciones: si observamos bien, es posible que las imágenes nos revelen secretos, aunque ese gesto no implique necesariamente una respuesta al misterio que envuelve lo artístico: “
comprender una herramienta no explica la magia de la creación. Nada puede hacerlo”.