Les nostres recomanacions i propostes

Dos edificios que albergan historias, refugios de tiempos mejores y de recuerdos no tan buenos, las paredes no hablan, pero sus protagonistas sí.

El Bailey’s Café lo regenta un mesonero huraño, veterano de la Segunda Guerra, junto con su mujer. Por el local pasan una serie de personajes que no lo han tenido fácil y que buscan el consuelo en un lugar en el que las penas y la soledad pueden disfrazarse con la bebida y los menús. Al lado del café está el local de Eve, asidua del Bailey’s, un burdel disfrazado de hostal para señoritas que han sufrido las más terribles vicisitudes y que acoge sin juzgar a sus nuevas residentes. Sus historias forman parte de la historia del país y son un reflejo de la sociedad de ese momento.

Si en el Bailey’s la gente entra y sale, en el Hotel Splendid apenas entra nadie, el hotel vive su decadencia más grande desde que la narradora lo heredó de su abuela. Al lado del hotel hay un pantano que ya no es motivo de atracción, y se espera la construcción del ferrocarril para atraer nuevos huéspedes. Pero las únicas que llegan son sus dos hermanas, Ada y Adel, una enferma y otra neurótica, la madre ha muerto y eso las ha reunido otra vez, de mala gana, tras años de separación. La decrepitud del hotel avanza paralela a la de las hermanas, a pesar de los esfuerzos de la narradora por mantener el orden, solo consigue establecerlo en la historia que nos cuenta.