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Abrir S. El barco de Teseo es como abrir un tesoro o, mejor dicho, abrir el mapa de un tesoro. Es una experiencia que nos devuelve la idea de que la literatura también puede ser un juego, un misterio, un mensaje secreto por descifrar, un teatro en el que autor y lector se dan la mano para poder representar una obra única. Sin duda, es una de las apuestas más originales, frescas y desafiantes de estas Navidades: abrirlo supone adentrarse en un juego tan apasionante como retador.

Para empezar, S. El barco de Teseo es la (ficticia) obra póstuma inacabada de V. M. Straka, misterioso creador cuya identidad se desconoce: un revolucionario y agitador empedernido, autor de una obra apasionante y en el punto de mira de grupos y naciones que lo prefieren muerto. La obra en cuestión parece guardar la clave para descubrir quién fue y qué le sucedió, o eso creen los dos protagonistas de esa otra novela dentro de la novela. Y es que a través de las notas que dos personas se van dejando en los márgenes de este ejemplar de biblioteca vamos a ir desvelando el misterio a la par que veremos nacer una relación epistolar y emocional atípica. Todo ello aderezado con postales, servilletas escritas, extractos de otras obras, recortes de diarios, fotografías... Un enorme mosaico que deberemos ir reconstruyendo poco a poco y que nos desafía a estar atentos a todos los detalles.

S. El barco de Teseo es una lectura exigente e inmersiva a la par que divertida, una idea brillante ejecutada con elegancia, un desafío lúdico que juega con la forma y el contenido para regalarnos una obra singular y estimulante. Rompiendo varias paredes y atrapando al lector en una vorágine de conspiraciones, Abrams y Dorst se han dado la mano para dar a luz una obra repleta de matices, un espejo que se refleja en otro espejo, una novela dentro de otra novela.