Les nostres recomanacions i propostes

Los horrores perpetrados por el nazismo van más allá de los límites de la imaginación. La dimensión de la barbarie y la ausencia física de los testigos provoca un vacío, una falta que ninguna reproducción hiperrealista de los hechos a la manera de Hollywood podrá colmar jamás.

El debate sobre los modos de representación de una de las mayores catástrofes del último siglo y con ello, sobre los límites de la representación en general, continua siendo materia de reflexión.

Sin embargo, precisamente porque el teatro no pretende ocultar su condición de farsa, no corre el riesgo de agotar la presencia y el sentido de lo representando, el peligro de usurpar el espacio que sólo el verdadero testigo puede colmar. El teatro así considerado, en calidad de simulacro evidente, impide la empatía pero precisamente por ello hace posible mantener alerta el sentido crítico del espectador. En su obra Himmelweg, Juan Mayorga parte de un suceso real: la visita de un delegado de la cruz roja al campo de Theresienstadt y el esfuerzo por parte de los nazis de crear una farsa en la cual los campos de internamiento aparecieran ante los ojos del mundo como parques de vacaciones para judíos.

Mayorga hace teatro dentro del teatro al plasmar en escena la actuación del comandante del Lager, así como de los prisioneros judíos obligados a representar su papel bajo amenaza de muerte y con ello hace posible, como dirá Reyes Mate en el epílogo: “desvelar lo que la realidad tiene precisamente de teatro, de mentira, de ocultación”.

Con motivo de la entrega del premio Princesa de Asturias de las Lentras a Juan Mayorga, La uÑa RoTa nos ofrece una nueva edición de esta obra que constituye un ejercicio necesario de reflexión crítica y memoria histórica que no dejará a nadie indiferente.