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En 2019 se documentó el viaje de una zorra ártica desde las islas de Svalbard hasta Canadá. Lo más inusual de esta expedición, a parte de la distancia (3.506 km), es la velocidad a la que lo hizo, tardó solo setenta y seis días en cruzar el Ártico. Kiran Millwood Hargrave (Julia y el tiburón) utiliza la historia de Anna (así es como llamaron a la zorra viajera) para contar esta historia.

Leila es una preadolescente. Es una refugiada siria que huyó de Damasco junto a su madre cuando tenía cinco años, pero en realidad no recuerda nada de todo aquello. Ha vivido en Londres con sus tías hasta que un día tiene que volar a Noruega para reunirse con su madre, una meteoróloga que se encuentra en el Ártico estudiando los impactos del cambio climático en el deshielo de los polos.

Leila está casi siempre enfadada: enfadada con su madre por haberla dejado en Londres para irse a perseguir zorros, enfadada con Noruega por estar tan lejos y ser tan fría. Enfadada con el miedo que le provoca entrar en un aeropuerto y pasar por los controles de seguridad. Leila está enfadada y ya ni siquiera sabe por qué. Cuando llega a Noruega su madre le propone ir con ella en busca de una zorra ártica que lleva persiguiendo desde hace tiempo para ver hasta dónde es capaz de huir. A partir de aquí, esta ya no será solo la historia de Leila, será también la historia de Miso.

La autora mezcla capítulos contados desde la perspectiva de Leila con capítulos contados desde la perspectiva de Miso, para hacernos ver que somos los humanos los que estamos provocando que miembros de otras especies, y de la nuestra propia, tengan que cambiar su forma de vivir y deban huir cada vez más lejos de sus hogares. Esta historia nos quiere recordar que, si no cambiamos nada, el viaje de todos será un viaje sin retorno.