Les nostres recomanacions i propostes

Si algo tienen en común las personas y la naturaleza, no puede ser otra cosa que su vulnerabilidad, y frente a esta inestabilidad en constante evolución ambas desarrollan una capacidad para sobrevivir al borde del precipicio. En muchas ocasiones únicamente la suerte es quien dicta su salvación o condena: alea iacta est. En la novela de Marita Lopera, La vida fue hace mucho, la elección del nombre de la protagonista no es casual. La vida de Alea, al igual que la vida natural que le rodea, en este caso el golfo de Darién en el departamento colombiano de Antioquía, se desarrolla en constante equilibrio entre la supervivencia y el exterminio. Alea carga con un pasado de arbitrariedad e inestabilidad que determinó su infancia, y en el caso de la naturaleza es la influencia negativa que los seres humanos ejercen sobre los manglares y la fauna marina del golfo, que se encuentra amenazada por una explotación intensiva de los recursos que ha dejado de mirar hacia el pasado y mucho menos plantearse un futuro. Es precisamente el presente lo que vuelve a unir a Alea con su medio, lo que le permite superar el pasado y afrontar un futuro incierto; en el momento de sus zambullidas en las ahora menos limpias profundidades del mar Caribe sabe escuchar el saber ancestral de la selva y las aguas del mar.