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Todos conocemos el episodio bíblico de Getsemaní, cuando tras la última cena, Jesús se retira a orar al Monte de los Olivos antes de ser traicionado por Judas y arrestado por el Sanedrín. Hablamos de un momento crucial para la tradición cristiana que marca el comienzo de la pasión; un instante de radical soledad e indefensión, pero donde ni la angustia ni el miedo a la muerte podrán impedir la completa entrega del hijo del hombre a la voluntad del Padre ausente.

Recalcati aprovecha la narración de la noche de Getsemaní para hablarnos de la condición atea del hombre: porque no hay nada más humano que la desoladora experiencia del silencio de Dios, de la plegaria desesperada resonando en el eco del vacío. Pero también de la humana posibilidad de una entrega incondicionada que se sobrepone a la angustia de la muerte, donde quien nos guía no es ya una ley arbitraria que exige sacrificio sino la ley de nuestro propio deseo de darnos al otro sin condiciones.

Un análisis acompañado por el psicoanálisis lacaniano pero también por la teología de Bonhoeffer y la filosofía de Levinas, que nos permiten interpretar el conocido episodio bajo una luz renovada, allí donde Cristo realmente hace patente su absoluta humanidad y, con ello –a través de la vivencia del abandono, el desamparo y la certeza de una muerte inexplicable e injusta–, nos habla de la nuestra.