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Temàtica
Notas sobre Sebastian Haffner
Grupo de lectura "Dar testomonio hasta el final"
Per Antonio Ramírez
1.8.2022
Obras traducidas al castellano o catalán:
Historia de un alemán. memorias 1914-1933 / Planeta
El pacto con el diablo / Espasa
Alemania: Jekyll y Hyde. 1939, el nazismo visto desde dentro / Destino
Winston Churchill. Una biografía / Planeta
Los siete pecados capitales del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial / Planeta
La vida de los paseantes / Planeta
Observacions sobre Hitler / 1984
Anotaciones sobre Hitler / Galaxia
La revolució alemanya 1918-1919 / 1984
La revolución alemana de 1918-1919 / Inédita
Seudónimo de Raimund Pretzel, (Berlín, 27 de diciembre de 1907-2 de enero de 1999) fue un periodista, escritor e historiador.
Nació en una familia protestante, acomodada; su padre fue un leal funcionario prusiano, si atendemos a como él lo describe en sus memorias. Se formó como abogado por compromiso con su padre.
Emigró a Inglaterra en 1938 junto a su compañera judía. Trabajó como periodista para The Observer y adoptó el seudónimo de S. Haffner. En 1954 regresó a Alemania donde colaboró con diversos periódicos de izquierda.
Escribió la Historia de un alemán, sus memorias, en 1939, pero nunca las publicó. El manuscrito se encontró después de su muerte y fue publicado en 1999.
Sebastian Haffner se consideró ya en 1933 una víctima aria de los nazis, como millones de alemanes no judíos que nunca votaron por los nazis. Víctimas de la dictadura que dio comienzo, irónicamente, con unas elecciones.
Publicado por primera vez a más de 60 años de haberlo escrito, Historia de un alemán es un texto fundamental para entender la manera como una sociedad liberal y democrática como la alemana en tiempos de la República de Weimar, fue aceptando y acomodándose a vivir bajo una dictadura. A Haffner le interesaba sobre todo la transformación moral e intelectual y moral a la que se sometieron tantos ciudadanos alemanes que aceptaron al nazismo pensando que podría sobrevivir sin ser vistos ni tocados por la más cruel y destructiva dictadura.
Haffner se ocupa de la actitud y la mentalidad de los individuos corrientes y no tanto de las decisiones de sus gobernantes. El relato comienza así:
“La historia que va a ser relatada, versa sobre una especie de duelo. Se trata del duelo entre dos contrincantes muy desiguales: Un estado tremendamente poderoso, fuerte y despiadado, frente a un individuo particular, pequeño, anónimo y desconocido. El individuo está en todo momento a la defensiva. No pretende más que salvaguardar su propia personalidad, su propia vida y su honor personal. Todo ello es atacado sin cesar por el Estado en el que vive.
Dicho Estado exige a este particular, bajo terribles amenazas, que renuncie a sus amigos, que abandone a su novia, que deje a un lado sus convicciones y acepte otras preestablecidas, que salude en forma distinta, que niegue su pasado y su propio yo, y en especial, que al hacer todo ello, muestre continuamente un entusiasmo y agradecimiento máximos.”
Este duelo, observa Haffner, no se desarrolla del todo en el campo de la esfera pública denominada “política”, sino en el espacio íntimo de los individuos sujeto a ese Estado y quien, a partir de un cierto punto, deben colocarse claramente a la defensiva, ocupado sobre todo por salvaguardar aquello que considera sus propios asuntos personales e íntimos. Y fue así como, de una manera paulatina y casi “natural”, la dictadura, al principio despreciada y temida por la mayoría, acabó por convertirse en el hábitat natural para la mayoría, hasta el punto en que esta aceptó sus principios morales, sus objetivos y su forma de distinguir entre aliados y enemigos.
Haffner escribe, pues, la crónica del terrible impacto que, sobre la dimensión privada e intransferible de la existencia, tienen ciertos acontecimientos. La Primera Guerra, por ejemplo, fue vivida por el Haffner niño como una gran novela de aventuras, leída por entregas (los partes de guerra) y provista de un decepcionante e inesperado final. Estos niños de 1914, cuya experiencia de la guerra estaba asociada a un fenomenal juego, serían quienes, con mayor entusiasmo, abrazarían el nazismo.
En apariencia Haffner se ocupa de narrarnos como llegó hasta el momento en el que tuvo que exiliarse, pero su crónica es también una reflexión profunda acerca de cómo los seres humanos se someten a una dictadura, cuando comprenden que no pueden sino salir derrotados de su desigual disputa frente a él, acaban aceptando sus principios y sometiéndose a su moral.
- “Todos los baluartes institucionales habían caído, era imposible ya cualquier tipo de resistencia colectiva y la oposición individual era una especie de suicidio. Los nazis nos tenían completamente en sus manos (...) Y, al mismo tiempo, todos los días nos instaban no ya a rendirnos, sino a pasarnos al bando contrario. Bastaba un ligero pacto con el diablo para dejar de pertenecer al bando de los prisioneros y perseguidos y pasar a formar parte del grupo de los vencedores y perseguidores”.
“Uno se siente siempre tentado a creer que la historia se desarrolla entre unas docenas de personas que rigen el destino de los pueblos y de cuyas decisiones y actos resultará lo que, más adelante, será denominado Historia, pero, aunque pueda sonar paradójico, no deja de ser un simple hecho que las decisiones y los acontecimientos históricos realmente importantes tienen lugar dentro de nosotros mismos, seres anónimos, en las entrañas de un individuo cualquiera, y que ante estas decisiones masivas y simultáneas, cuyos responsables a menudo no son conscientes de estar tomándolas, hasta los dictadores, los ministros y los generales más poderosos se encuentran completamente indefensos”.
Podemos decir que la crónica de Haffner se despliega sobre dos dimensiones: por un lado los hechos históricos tal como son vividos por el joven que él fue –las noticias sobre el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, la inesperada derrota, la revolución de 1918, los efectos de Versalles, la hiperinflación, la estabilidad del período de Stresemann, la “dictadura soft” de Brunning, los hechos de marzo de 1933, la traición de los líderes conservadores, el incendio del Reichstag, etc. -, por otro, la reflexión sobre el pathos prusiano sin el cual no puede entenderse el fin de la República de Weimar – el peso de la autoridad en el ejército y en el funcionariado, la sacralización de las instituciones y el Estado, el carácter violento de la juventud y los Freikorps, el rigor austero y estricto del puritanismo prusiano (como ejemplo, su padre), el antisemitismo atávico, la ausencia de una tradición liberal y el rechazo a la democracia como sistema, la exaltación de la juventud y el deporte, el desprecio a lo intelectual, la incapacidad para disfrutar de una vida “relajada en paz y libertad”, la dinámica de los grupos o la lógica de la camaradería, la ausencia de empatía ante el sufrimiento de sus conciudadanos … en una concordancia sorprendente con el análisis de Norbert Elias en “Los alemanes”-.
Entre ambas dimensiones, algunas observaciones de Haffner apuntan a factores decisivos:
- La aceptación de la violencia extrema como forma “natural” de la política alemana.
- Desde el juego a la guerra en la generación de Haffner, que fueron niños y jóvenes durante la Primera Guerra, a la violencia de los Freikorps, nazis in nuce, en embrión, con el apoyo-traición socialdemócrata.
La obsesión por la juventud y el deporte, el culto al cuerpo, la exaltación de los guerreros.
La trampa de la “camaradería”, del espíritu gregario.
La fascinación por y la “coreografía del nazismo”: el baile de las banderas, las multitudes y los cánticos.
El desprecio a la cultura, a lo intelectual, a cualquier vestigio de ilustración.
- Desde el juego a la guerra en la generación de Haffner, que fueron niños y jóvenes durante la Primera Guerra, a la violencia de los Freikorps, nazis in nuce, en embrión, con el apoyo-traición socialdemócrata.
- Los efectos de una sociedad devastada y destrozada por la guerra: la derrota y las obligaciones de Versalles, la amenaza de la revolución “bolchevique”, la ocupación francesa del Ruhr, la devaluación de la moneda y la hiperinflación. La total destrucción de los valores morales de la que surge el “aventurerismo” donde todo es posible y sólo valen los valores efímeros, el “carpe diem”.
- El temor al caos y la aceptación de los gobiernos autoritarios, Brunning y la estabilidad social como valor que prevalece sobre la libertad y la democracia.
Elecciones 5 marzo 1933: 66% de los alemanes votó contra Hitler, pero se impuso el respeto supersticioso a la autoridad de todos los estamentos (judicial, político, militar…) y el fatalismo (Haffner destaca que al revés de lo que ocurrió en España, opuesta con las armas al fascismo).
Pasar del desprecio a los nazis por primarios e ignorantes a la aceptación de sus ideales a cambio de “la estabilidad”, por el “temor al caos” comunista o revolucionario, por el anhelo de un poder fuerte y autoritario.
- La adaptación por miedo, el pasar de ser el perseguido a unirse a los perseguidores, de adversario a cómplice, evitar ser objetivo del terror de estado convirtiéndose en perpetrador del terror:
- “Todo el que se negaba a convertirse en nazi tenía ante sí un panorama nefasto: una desolación desesperada y total; la obligación de aguantar insultos y humillaciones a diario sin posibilidad de defenderse; una sensación de desarraigo total; un sufrimiento inútil. La única solución fue ignorar la realidad, desviar la mirada, taparse los oídos y aislarse, habíamos perdido el sentido de la realidad”.
Llevar la discusión al terreno de los argumentos nazis y aceptar que se discuta en sus términos:- Se persigue a los comunistas por el convencimiento de los crímenes que pueden llegar a cometer, aun si no existen pruebas de que los han efectivamente cometido, en una violencia preventiva y anticipatoria.
Aceptar las restricciones a libertad de expresión porque es lo que conviene al Estado.
La discusión sobre el antisemitismo pasa a ser una discusión sobre “el problema judío” y no sobre los abusos de los antisemitas.
- Se persigue a los comunistas por el convencimiento de los crímenes que pueden llegar a cometer, aun si no existen pruebas de que los han efectivamente cometido, en una violencia preventiva y anticipatoria.
- “Todo el que se negaba a convertirse en nazi tenía ante sí un panorama nefasto: una desolación desesperada y total; la obligación de aguantar insultos y humillaciones a diario sin posibilidad de defenderse; una sensación de desarraigo total; un sufrimiento inútil. La única solución fue ignorar la realidad, desviar la mirada, taparse los oídos y aislarse, habíamos perdido el sentido de la realidad”.
- El antisemitismo como estrategia para convertir al conjunto de ciudadanos de un Estado en cómplices de una política de agresión sistemática y de aniquilación total de sus enemigos; lo importante no es odiar a los judíos sino identificar un enemigo claro al cual odiar y convertir en cómplice de ello a toda una sociedad, llegar hasta el final:
- “Sin embargo, hoy ya a nadie le cabrá la menor duda de que, en realidad, el antisemitismo nazi no tiene prácticamente nada que ver con los judíos, ni con sus méritos ni con sus deméritos. Lo verdaderamente interesante del propósito nazi, cada vez menos velado, de amaestrar a los alemanes para que persigan a los judíos a lo largo y ancho del mundo y a ser posible los exterminen, no es ya su justificación -un disparate tan absurdo que el mero hecho de argumentar en su contra ya implica una degradación―, sino el propósito en sí mismo.”
Puntos en común con Klemperer. Acercarse a la verdad narrando un episodio particular, en apariencia menor, contado desde un punto de vista personal, con ese tono único que le da la perspectiva singular, lo vivido por el narrador. Permitir que la imagen del pasado aparezca súbitamente, a partir de un hecho “fulgurante”, un episodio que emerge de pronto y resplandece, ilumina en un instante una verdad más compleja (W. Benjamin, cuatro tesis sobre filosofía de la historia).
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Bibliografía complementaria:
Sobre los efectos de la Primera Guerra Mundial:
Tooze, Adam
El diluvio. La Gran Guerra y la deconstrucción del orden mundial
Gerwarth, Robert
Los vencidos. Por qué la Primera Guerra no concluyó del todo, 1918-1923
Alemania en tiempos de la República de Weimar:
Weitz, Eric D.
La Alemania de Weimar
Sobre la vida cultural tras 1918:
Ekstein, Modris
La consagración de la primavera
Sobre la hiperinflación de 1922/1923:
Fergusson, Aadam
Cuando muere el dinero