Les nostres recomanacions i propostes

«Tenemos que cultivar nuestro huerto», esta es la frase con la que termina el Cándido de Voltaire. El huerto como algo que nos alimenta, aquello que nos hace crecer, y que también podría extenderse al espacio ajardinado. Olivia Laing encuentra su jardín justo antes de la pandemia del 2020, un jardín con una casa a la que mudarse y realizar su sueño exterior, un jardín que parecía muerto pero que estaba lleno de vida y que había pertenecido a un jardinero experto, la base ya estaba cimentada y ella solo tenía que adaptarlo a su instinto.

Laing investiga, lee y se entusiasma, encuentra infinidad de referentes literarios herbarios, todo un mundo sobre el que se han escrito miles de páginas. Sus lecturas recurrentes son El paraíso perdido de Milton y Naturaleza moderna de Derek Jarman, no faltan los escritos de Sebald ni de William Morris, surco a surco descubrimos aspectos de su vida y del mundo vegetal siempre asociados a hacer de la vida humana algo mejor y más sostenible, algo que permita echar raíces, aunque también reflexiona sobre el hecho de que lo que debería ser un bien para todos no deja de ser un lujo de unos pocos.

La idea básica es la de disponer de un espacio que podamos alimentar para ver crecer la hierba, tener una comprensión diferente del tiempo, algo metafórico sin duda alguna pero que se hace real con el trabajo físico que implica pensar en qué fragmento de tierra dejar caer la azada para enterrar una semilla.