Tania Tamara, la hermana de Xairu, uno de los protagonistas de
Ropa tendida, le pregunta a su hermano: «¿Puedes contarme algo bonito alguna vez?». Esta podría ser la cuestión sobre la que se vertebra la nueva obra de Óscar García Sierra: el deseo de que algo salga bien en un contexto de absoluta destrucción. El problema es que, como dice el autor, el escombro es la casa que habita Xairu. Pero no solo él, también su madre Milagros, su padre Isidorín y La Juli, la otra gran protagonista. Milagros piensa «que la mejor manera de combatir la tristeza es transformarla en rabia, (...) y de repente, la rabia vuelve a transformarse en tristeza». Isidorín tiene «una tristeza que parece no deberse a nada». La Juli, una mujer maltratada, no deja de preguntarse si es una buena madre. Es esta una novela intergeneracional en la que la incapacidad de hacer mejor las cosas se traslada de padres a hijos, de madres a hijas. Uno quisiera aprender del error, pero a veces sencillamente lo repite, sin saber muy bien por qué. Leemos a unos personajes que arrastran consigo una pregunta: ¿cuánto podemos destrozar y destrozarnos? Y también esta otra: ¿cuánto consentimos? En el contexto geográfico de León, con una central térmica que deja un hueco inmenso, García Sierra crea una novela en la que uno tiene la certeza de que levantar una vida atravesada por los fármacos, las drogas y la precariedad no es tan sencillo como volver a construir un edificio sin sentimientos.