David es un pintor ya entrado en la vejez que, debido a sus problemas de visión cada vez más graves, se ve obligado a abandonar la pintura. Prácticamente solo y desconectado del presente, decide sentarse a escribir sus recuerdos, y ahí descubrimos la vida a la que ha tenido que enfrentarse, llena de dolor por las muertes de Jacobo, su hijo, y Sara, su mujer. Novela intensa y conmovedora, breve pero compleja en sus postulados filosóficos, reflexiona sobre el derecho a la vida y a la muerte, y es que Jacobo, tiempo después de sufrir un grave accidente que lo deja parapléjico, cansado de luchar contra un dolor que no da tregua, decide morir.
La luz difícil nos habla de los meandros inescrutables de la vida, de cómo nos golpea cuando menos lo esperamos, de lo que nos arranca y de lo que nos regala. Tomás González, con una escritura poética y medida como pinceladas, nos irá desvelando uno a uno los dolorosos recuerdos del pasado para mostrarnos que no hay más camino que hacer las paces con él. Porque en esta novela hay dolor y tristeza, pero también anhelo de celebrar la vida, de aceptar el drama de la existencia con lo que venga, porque únicamente eso, y no otra cosa, es vivir.