Lo que no tiene nombre


Lo que no tiene nombre

«El dolor de la madre es aquí, por desgracia y también por milagro, tan infinito como el oficio de la escritora. Su doliente serenidad para nombrar lo innombrable, para narrar la peor de las pérdidas, provoca una admiración que es, a partes iguales, de índole personal y estética. «El pensamiento no se acalla», leemos. Tampoco la literatura, capaz de llegar allí donde la vida nos silencia. Lúcida ante cada palabra que pronuncia en estas páginas de terrible belleza, ante la delicadeza de su herida, Piedad Bonnett nos incorpora conmovedoramente a su familia.»
Andrés Neuman