No es un grito silencioso. No es un libro que habla de lo esencial, de salvaguardar
la infancia, de no rendirse pese a todo. Con muy pocas palabras, la escritora Paula Carbonell cuental a historia de una hermana y un hermano, que podrían ser
cualquiera de nosotros, atrapados en el absurdo de la guerra. El ilustrador Isidro
Ferrer construye lo inimaginable con apenas unos trozos de madera, creando un
contundente lenguaje visual con una escalera que cambia de forma y funciones y
un agujero en el suelo que no para de crecer. No nace de la impotencia, la rabia y la
pena, pero sobre todo es un no querer mirar a otro lado, incluso cuando al mundo
leda igual. En definitiva, un no visceral al horror de la guerra.