Haru


Haru tiene 15 años cuando su padre, Osamu, viudo reciente y actuando de
acuerdo con las últimas voluntades de su mujer, Kumiko, manda a su hija
a estudiar a un dojo para que aprenda el tiro con arco. Las enseñanzas de
los maestros del dojo actúan sobre la preparación física de su discípulo, pero
también se ocupan de su aprendizaje humanístico y filosófico. Haru protesta
porque no quiere dejar su hogar, pero finalmente, se va al dojo. Allí conoce
a sus compañeros y Maestros y empieza un largo recorrido, siempre con un
peso en el corazón porque echa en falta su casa. Haru se hace mayor y el lector
la sigue en su recorrido vital. A estas alturas de la historia, la empatía de quien
lee ya participa del latido de la protagonista en todos sus actos y pensamientos. Haru aprende, conoce y se equivoca, hace cosas y tropieza. Se detiene y
piensa, se pierde y vuelve. Es en ese momento que el lector se da cuenta que
Haru es un viaje, un relato y una conversación a la vez: fábula, filosofía, diálogo y verso.