Rávena


Rávena

En el año 402 d. C., después de que las tribus invasoras traspasaran las fronteras alpinas y amenazaran el Imperio romano de Occidente, el joven emperador Honorio trasladó la capital, hasta entonces en Milán, a una ciudad pequeña pero de fácil defensa en el estuario del Po. Desde entonces, y hasta el año 751 d. C., Rávena fue el centro cultural y político del norte italiano y la región adriática. Entre sus muros se instalaron eruditos, abogados, doctores, artesanos, cosmólogos y religiosos que hicieron del lugar el eje principal entre Oriente y Occidente. Judith Herrin, una de las mayores expertas mundiales en estudios bizantinos, nos lleva en un viaje por la historia entre los siglos V y VIII, marcados por las invasiones godas y lombardas, el asentamiento del cristianismo y la aparición del islam, para explicarnos el declive del Imperio romano en pro del esplendor de Bizancio. A medida que rastrea las vidas de los gobernantes de Rávena, sus cronistas y sus habitantes, Herrin sacude un sinfín de ideas preconcebidas: la Antigüedad tardía no fue un periodo oscuro de tinieblas y pugnas, sino una de las épocas de mayor esplendor y creatividad de la Historia.
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Judith Herrin
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¿Qué podemos aprender de las grandes ciudades del pasado? Después de que tribus germánicas atravesaran los Alpes y conquistaran el norte de Italia, amenazando a Milán, la sede del poder imperial, Honorio decidió trasladar su capital a una ciudad pequeña y fácilmente defendible en el estuario del Po: Rávena.