Estudio crítico de "Campos de Castilla". Rejas del poemario

Este libro, que por definirlo lo he adjetivado como “escolio”, es una labor de literatura agrícola o de agricultura literaria.

No sé si he querido ser un labrador, pero he cogido los aperos del pensamiento y he hincado sus rejas (filosofía, estética y geografía) en el campo castellano de don Antonio, que es lo mismo que decir en el mundo de su poesía, en el terreno de la belleza.

Agricultor diletante pero labrador consciente, templando las labores al compás de la climatología, midiendo los sucesos del calendario, a la espera de que con el calor y el frío germine la belleza y ponerla a disposición de todos.

Soy, somos, un lector de poesía, un buscador de sensaciones que define el poeta. Es la forma de acercarse a la creación, es decir, de beber el agua de la belleza que el artista destila en la intimidad o en la soledad y que solo al encontrar un lector, un consumidor, se cierra momentáneamente el círculo. Es un juego eterno de dar y recibir, como forma de progreso, como suerte o como ciclo de la naturaleza, cuyo campo ha de ararse para preparar la siembra y gozar de la cosecha. A fin de cuentas, en el santuario de nuestra libertad todos somos también (agri)cultores. Ángel Longás Miguel