Rosas imperiales

De los relatos que constituyen Las rosas imperiales, destaca, ante todo, su humor. Un humor inteligente, agudo, irónico, pues Malerba se sirve aquí del escenario de la China antigua como pretexto para hacer una exhibición inigualable de su proverbial ironía. En esta ocasión, al servicio de una crítica acerva del despotismo y del cúmulo de sectarismos y oscuros intereses que a menudo rodean y alinmentan a las tiranías. Crítica también de la sed de poder y de su efecto destructivo sobre los hombres y las instituciones creadas por ellos. Todo tan fácil de reconocer a nuestro alrededor. Pocos autores, como aquí Malerba, saben divertirnos dejando tanta huella.