Un lugar donde no se miente. Conversación con Olvido García Valdé

Un lugar donde no se miente. Conversación con Olvido García Valdé
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La intención primera fue buscar un pretexto para escuchar a Olvido hablando de sí misma. Y, por lo tanto, no sólo de su poesía, o de su escritura o de su condición letrada y pensadora. Yo imaginé un dispositivo, como unos palitos a lo largo de un camino fabulado, como si fueran unos postes de la luz, a los dos lados de una carreterina dibujada en la tierra, como hacíamos de niños, para poner orden y atemperar lo que era pura avidez del juego que venía.
? L La intención primera fue buscar un pretexto para escuchar a Olvido hablando de sí misma. Y, por lo tanto, no sólo de su poesía, o de su escritura o de su condición letrada y pensadora. Yo imaginé un dispositivo, como unos palitos a lo largo de un camino fabulado, como si fueran unos postes de la luz, a los dos lados de una carreterina dibujada en la tierra, como hacíamos de niños, para poner orden y atemperar lo que era pura avidez del juego que venía. Por eso con Olvido hablo del vivir, de lo que ha leído, de cómo entró en la vida que es escribir. Por eso voy preguntando y escuchando y poco a poco ella me advierte que somos dos los que hablamos… Por eso conversamos de componer el poema, pero también del amor, de la vida que pasa y no se va sino que viene. Por eso nos sonreímos tantas veces, aunque esto no se pueda leer. O sí.
Es una conversación en varias sesiones (entre finales del 2012 y setiembre del 2013), como puede apreciarse en la lectura. Es un fragmento de vida que yo creo que da el retrato entero de una de nuestras mejores escritoras. De una de nuestras más lúcidas ciudadanas. Puedo afirmar que leyéndola pasan cosas.
? L La intención primera fue buscar un pretexto para escuchar a Olvido hablando de sí misma. Y, por lo tanto, no sólo de su poesía, o de su escritura o de su condición letrada y pensadora. Yo imaginé un dispositivo, como unos palitos a lo largo de un camino fabulado, como si fueran unos postes de la luz, a los dos lados de una carreterina dibujada en la tierra, como hacíamos de niños, para poner orden y atemperar lo que era pura avidez del juego que venía. Por eso con Olvido hablo del vivir, de lo que ha leído, de cómo entró en la vida que es escribir. Por eso voy preguntando y escuchando y poco a poco ella me advierte que somos dos los que hablamos… Por eso conversamos de componer el poema, pero también del amor, de la vida que pasa y no se va sino que viene. Por eso nos sonreímos tantas veces, aunque esto no se pueda leer. O sí.
Es una conversación en varias sesiones (entre finales del 2012 y setiembre del 2013), como puede apreciarse en la lectura. Es un fragmento de vida que yo creo que da el retrato entero de una de nuestras mejores escritoras. De una de nuestras más lúcidas ciudadanas. Puedo afirmar que leyéndola pasan cosas.