Y que se duerma el mar

Parece una chiquilla cualquiera, vestida con una túnica liviana que adorna su cuerpo hermoso y esconde el brazo derecho mutilado; su rostro luminoso de pronto destaca entre las ramas verdes de los árboles y la vemos de cerca: la joven se llama María y aún no sabe que tendrá que aprender a aceptar lo que el destino le depare sin hacer preguntas.
La acompañan ahora unas esclavas que se convierten en amigas y que comparten con ella los primeros misterios de la existencia y un jardín hecho de palabras secretas que solo los niños y los amantes entienden. Un buen día también José, un carpintero viudo, se acerca a María sin importarle su defecto físico y sin sospechar que él será testigo privilegiado de un evento que no puede explicarse a voces, y sin embargo es tan real como la tierra, el fuego y el cielo que le han tocado en suerte...