Cómo hacer cosas con palabras


Cómo hacer cosas con palabras

¿Por qué es importante concentrarse en el fenómeno de hacer cosas sin palabras? Por supuesto, podemos hacer cosas con palabras: los matrimonios, los bautismos, las declaraciones de culpabilidad emitidas por un juez, son ejemplos concretos de esa performatividad. Los enunciados lingüísticos no sólo sirven para constatar hechos del mundo, sino también para realizar cosas en él. Pero la performatividad entendida como mera realización material también opera en el ámbito de los materiales silentes. De hecho, esta performatividad precede históricamente a la lingüística, al menos si aceptamos que primero hubo oxidación y cristalización, y luego contratos bilaterales, sonetos y teorías sociales.
¿Y por qué una filosofía materialista de la técnica? Materialismo es una noción increíblemente plástica que atraviesa toda la historia de la filosofía. La declinación que defendemos aquí no nos compromete con una ontología ni con una lectura política determinada. De manera más modesta, la adjetivación ?materialista? remite a una indicación metodológica sobre cómo debemos aproximarnos a los objetos y sistemas que componen nuestra cultura material: atender a las realizaciones antes que a las funciones, a las prácticas situadas antes que a las intenciones de diseño, al flujo procesual antes que a la identidad clausurada. Y, en paralelo, se trata de evitar la discusión de aspectos ontológicos y axiológicos de lo artificial en términos de significados, inscripciones, funciones y usos. Esto no significa rechazar el hecho de que la vida de los artefactos esté atravesada por funcionamientos apropiados e inapropiados, por fallos, discursos y valoraciones. Significa, más bien, quitar el privilegio en algún punto unilateral que tal tipo de problematizaciones ha adquirido en el debate disciplinar durante los últimos veinte años.