Viaje a la muerte

En esta tercera entrega de la serie, el comisario Carrasco se las tiene que ver con una organización que experimenta con muertos para hacer negocio. Con los medios más pobres, que ya conocemos, y con el apoyo de unos ayudantes marginales, personajes derrotados pero puros e inocentes, típicos del mundo novelístico de Rubio Tovar, Carrasco investiga en un Madrid entre real e inventado: Las Rozas, las torres de la Castellana, el barrio de Moratalaz, la calle O´Donnel, el Retiro, el Auditorio, la Universidad Autónoma..., pero también un fascinante y enigmático Madrid subterráneo en el que se conectan los puntos más distantes e inesperados.

Carrasco, acaso el policía más sentimental de la literatura policiaca española, camina mucho y no le gusta lo que ve. No entiende el mundo moderno y siente nostalgia por el que conoció de niño. Volvemos a encontrarnos con los diálogos ágiles, chispeantes, de anteriores entregas, con una trama que nos subyuga desde las primeras líneas, con unos personajes que nos conmueven y otros que nos espantan, con nuevos guiños cervantinos y con los humildes pájaros, que le proporcionan a nuestro antihéroe algunas de las pistas fundamentales para resolver el caso.

Viaje a la muerte es Carrasco en estado puro.