Todos los caminos conducen al laberinto

Las palabras se las lleva el viento, decimos, y todos, al parecer, estamos de acuerdo, asentimos y damos por zanjada la cuestión. Este libro no, no se conforma con esa afirmación implícita o explícita, y como no se resigna ni desespera, pregunta. Por ejemplo: ¿adónde van las palabras que se las lleva el viento?, ¿qué les pasa a los han perdido las palabras mintras estas vuelan en el vendaval?, ¿qué van pensando las palabras durante ese viaje por los aires? y ¿qué le pasa a ese viento preñado de palabras?