Franziska Scheler

Franziska Scheler
Berlín, 1929. Karl Chindler se ha mudado, y Leopold decide ir a ver a su hermano para echar un vistazo al piso nuevo y llevar unas flores a su cuñada. Allí se encuentra a Franziska Scheler, un amor de juventud, y la acompaña a su casa al finalizar la velada. Ella está ahora divorciada, y vive con su hijo. Le invita a tomar el te una tarde, pero despues se comporta como alguien que se ha aventurado en exceso en un primer arranque y que luego retrocede despacio para retirarse a posiciones seguras. Él solo tiene un deseo: verla todos los días. Pero han de ser cautos, pues Franziska teme que, si ella lleva una mala vida, su exmarido pueda quitarle al niño...