No se puede detener la primavera es un libro lleno de optimismo. Un libro de paisajes, en todas sus vertientes y significados. Un libro que nos recuerda que incluso en estos tiempos azotados por una pandemia global, la vida sigue adelante, y podemos encontrar en el arte una fuente inagotable de inspiración y un lugar en el que distraernos. El libro es una celebración, una oda a la vida: en este volumen vemos algunas de las últimas creaciones de David Hockney –la mayoría realizadas en su iPad-, y además contiene muchas otras ilustraciones de artistas como Van Gogh o Monet, cuyas obras van en sintonía con esta última etapa de Hockney, marcada por un fuerte deseo de estar cerca de la naturaleza. Por este motivo, a finales de 2018 se instala en una casa en Normandía y es desde allí donde relata a su amigo Martin Gayford prácticamente todo lo que observa a su alrededor, con la curiosidad e inocencia de un niño que está viendo –pintando- el mundo por primera vez. Y así vamos descubriendo el vasto paisaje interior de Hockney, reflejado en los vibrantes colores de los jardines y puestas de sol de sus últimas obras, cuyos trazos expresan todo este entusiasmo por la naturaleza y esta forma inocente –y tan necesaria- de celebrar la vida.