La caza del lobo congelado

Las grandes ciudades concentran cada vez más población y los urbanitas, alejados de sus lugares de origen y de la lucha cuerpo a cuerpo con la naturaleza, se ven en la necesidad de regresar al campo de vez en cuando para recuperar la experiencia de lo auténtico y recordar que aún son hombres. Sin embargo, lo que el urbanita busca en el campo no es un terreno salvaje, sino un espacio domesticado donde poder tener (consumir) su experiencia. Así, el coto de caza se convierte cada año en un escenario preparado para acoger a hombres de ciudad armados y ávidos de sensaciones fuertes, donde los animales han sido criados y alimentados durante todo el año y donde, en realidad, poco se deja al azar. Al finalizar la montería, y a pesar de haber tomado parte en un espectáculo cruel y sangriento, el hombre de ciudad volverá a su casa con la sensación de no haber logrado lo que venía a buscar.